“Hay muchas cosas que yo quiero que tú seas”, dije. Tal vez fue tu
mirada cargada de humildad y desconcierto que me horadó el pecho, mostrando lo
expuesto que estoy. Qué moral tiene alguien con altas pretensiones y una vida
destruida para exigir mejoras, para pedir más de los demás. Por favor, báñame
con tu sencillez, acaríciame con tu mirada, arrópame con tu calor, que tengo
frío. Desde esta cúpula cuasi transparente ahora, veo claro lo turbio que es mi
cubierta, lo desvalido que es mi interior. Por eso, pido perdón por mi necedad,
por mis ínfulas. Te extiendo este pliego de excusas por mi falsa moral, por mi
requerimiento enrevesado. Por favor, sálvame y evita que estalle de tanto
inflarme. Por favor, permanece a mi lado e invádeme de algo que valga la pena.
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