Quiero saberlo todo. Quiero vivir lo
que pueda vivir, sin morir, para redondear la tan anhelada sabiduría.
Quiero eliminar el juicio y el prejuicio de mi camino. No quiero
mortificaciones creadas por expectativas falsas. Quiero sólo tener
una lista de cosas por hacer y sentirme bien por el logro, por lo que
fue, por el nuevo aprendizaje. No quiero hacer cosas porque “debo”
o dejarlas de hacer por miedo. No quiero estorbos en mi cabeza que
bajen a mis ojos y enturbien la realidad simple, entendible. Quiero
días sencillos, aunque no predecibles. Quiero horas en las que dos y
dos resulten en sonrisa. Quiero que la mayor de mis desgracias sea un
“no me digas” al necio de turno. No quiero fantasmas del pasado
tocando puertas, ni fantasmas del futuro abriéndolas. Aquí y ahora
serán tejidos en hilos de colores cálidos, y como gente inteligente
de otras culturas, el tiempo no existirá. Ayeres y mañanas morirán
ahora mismo, desechando lo que fue y lo que pueda ser, dejando lo
inamovible y lo etéreo en la cesta respectiva, para que salgan en
periódicos y películas de ficción. En fin, nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario