Ver el “lado positivo” de las cosas puede parecer lindo y hasta necesario. Es una indetenible conseja en los labios de muchos. De Hecho, el lado positivo podría resultar un espejismo de nuestras percepciones sobre la realidad en la que vivimos. Hay que tratar de ver todos los lados posibles del asunto, no solo el positivo. Hay que saber de qué se trata el asunto y hacerse cargo, asumir la responsabilidad que tenemos incluso en la calidad de nuestras percepciones de las cosas, de las personas y de las situaciones. Hay que dejar el comeflorismo y comenzar a sumergirnos de una vez en cosas de gente grande, de seres conscientes. Debemos ponernos en perspectiva, a la altura de la amplia dimensión de los fenómenos que desfilan delante de nosotros, cada día, y que nos susurran de cerquita: te queda menos tiempo para comprender, para darte cuenta, para vivir bien. Deja, pues, de hacerte el pendejo. Lo que no quieras ver, igual te va a arrollar.
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