Otro día de mierda más. Otra jornada interminable más. Llego finalmente a mi sitio, a mi refugio, donde me siento protegido, aunque todavía con el sobresalto y la miseria quemando mi piel. Aunque me siento agotado, no quiero comer. Quiero relajarme, salirme, escaparme de esta presunta realidad en la que vivo. Tomaré un poco de esto, me meteré algo de aquello, de lo que me hace volar fuera de esta oscuridad de facturas, moral y horas de oficina; de humillación, de negociación inagotable de mi dignidad. Volaré como antes, pero esta noche ocurrirá algo muy distinto. Esta noche, antes de que al sol se le ocurra salir, no sé, por un error de cálculo, por una ligereza bien costosa, no volveré. Me iré. Me quedaré, con los ojos abiertos y perdidos, por los mismos aires por los que solía sonreír.
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