Perdiste la inocencia y ya no te acercas a lo que ocurre con la misma ingenuidad, con la misma bondad y curiosidad. Ya no fluyes naturalmente con lo que acontece, sino que, espantado, le colocas tu etiqueta más eficiente y dejas el sitio. La habilidad que tenías para dibujar lo que tenías enfrente se dañó y en todo ves una amenaza, un borrón, un posible engaño. El pasado te maltrató tanto que tu paisaje empañó para siempre, convirtiéndote en el sospechador de oficio, en el brillante destructor de sueños que sonriente ofrece tarjetas de presentación. Date un chance.
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