¿Qué pasó con nuestra amistad? ¿Sí era amistad o era una excusa pa taparte el hueco de turno?, porque el turno hasta corto resultó. ¿Será que este carapacho de cómo estases y me gustas por las redes fue lo único que quedó de tu interés aparente del principio? ¿Será, chico, que esta momia petrificada que exhibo en mis conversas con otros con cierta reserva y con la etiqueta “es un buen amigo con sus propios problemas, como todos” es solo el premio de consolación por ser bastante estúpido y creer que la cosa iba en serio? La verdad es que no sé dónde quedó ese abrazo y la presencia prometida para los momentos difíciles y no tan difíciles. De hecho, todo parecía urgente, constante y hasta insistente, pero por algo que solo tengo que responder yo mismo, te alejaste disimuladamente y creo que quedamos siendo solo un retrato en alguna gaveta, en algún cuaderno, en algún baúl que oculta algún oprobio, alguna vergüenza, alguna imposibilidad. Pero tranquilo: si en algún momento decides aparecerte, hablar y sentir cosas de gente grande otra vez, espero ser lo suficientemente ecuánime para aceptarte, abrazarte y no mandarte pal carajo… otra vez.
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