La persona feliz es la persona inocente. La persona que organiza el bienestar del grupo no puede ser tan inocente, así que se prepara en habilidades prácticas y es cuando "descubre" que lo inocentes son inocentes y cree, por algún acto de autoseducción, que puede sacar ventaja del otro que permanece en su inocencia. Comienza entonces a hacer daño desde su destreza y su ilusión de avance, extrayendo la buena energía de la inocencia a su alrededor y dejando, a quienes no tienen sus mismas herramientas para defenderse, en la más completa, temerosa paralizante vulnerabilidad.
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