Qué aburrida es la vida. Siempre es lo
mismo. Quiero otra cosa. Despierto y no encuentro nada, nadie, y es
cuando me duermo de nuevo... sin sueño. Compro y compro. Me
entretengo, viajo, trato de conversar, pero cada cosa termina
fastidiándome igual que la anterior. Me exprimo, pero no sale el
zumo. Trato de imaginar, pero la punta de mi naríz es lo más lejos
que llego a alcanzar. Creo que los demás también están en el mismo
predicamento, pero logran fingir mucho mejor de lo que yo lo puedo
hacer. Los miro y no agarro la técnica, el procedimiento, la receta.
Al final del día quedo extenuado de buscar, de detectar. Pero sólo
quedo con mi vacío, con un novedoso plan que mañana hará desfilar
algo de prestidigitación, de ilusionismo por mi frente, mientras
tantos años me siguen abandonando, pasando su factura con espantosa puntualidad.
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