Te
prohibiré algo. Pero esta vez te prohibiré algo que no necesites, algo que no
quieras ahora, que ni siquiera te combine. Lanzaré una sentencia confusa sobre
tus sentidos, como portazo a tus percepciones y te volverás como loco. Desde ese,
tu fatídico momento en adelante, te veré acercarte a pedir cacao, perdón,
concesión sobre ese extraño producto que ni siquiera conocías pero cuya
ausencia ahora no te deja dormir. Serás esclavo de la ilusión de tenerlo, y yo
tu dueño por cancerbero de tan engañosa riqueza, de tan ridícula naturaleza, y
por la que ya no puedes ser tú mismo, sino quien yo quiero que seas.
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