Ya estoy claro: Estoy ahogándome en un
vaso de agua. El vaso, sin embargo, se va haciendo cada vez más
grande con los días. En este torbellino, para los demás imaginario,
falto, según ellos, de mi buena perspectiva, va magnificando cada
evento en contra, cada punto a desfavor. Ya no toco las paredes del
susdicho vaso, y mi cuerpo se hunde hasta la cabeza. Cierro los ojos
y no puedo escuchar vocecitas interiores que me puedan orientar,
angelitos buenos o malos que me inyecten saña alguna desde mis
hombros. Dirán que es una tontería que con algo de tranquilidad se
pasa. Afirmarán, con la experticia esa que los disfraza, que me
abstraiga, que vea el bosque y toda esa paja. El hecho es que estoy
harto de una buena cantidad de cosas y ejerzo mi berrinche como me da
la gana, sin la menor consideración al público expectante. Así que
déjame en paz... déjame ahogarme tranquilo.
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