Se despertaron los demonios antes
domesticados. Se perdió todo aquel esfuerzo en la oscuridad. Cada
uno de los presidiarios de un momento contaminado, y que aportaron un
supuesto aprendizaje, andan caminando por la acera y creo que vienen
pronto a visitarme. Se rompió la reja que creí suficiente. Dejaron
su timidez, la finta de candidez y sumisión que tenían por antifaz
y se rebelaron, de nuevo, contra quien salió a buscarlos... de
nuevo. No tengo duda de que esta vez ganaré la batalla como antes lo
hice, pero temo el precio que debo pagar. Seguramente será un retazo
de libertad; seguro será un trozo de tranquilidad al sentir, al
decidir en adelante... esta vez, para siempre.
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