Pretensiosa
idea la de erigirse como salvador, como hito de la historia o de caudillo de
ideas. Pequeños grupos autodenominados, autoproclamados en conciliábulos, y aún
así, aceptados por la multitud narcotizada. Dictaduras aterciopeladas que
aprietan hasta la muerte sin ser determinadas por las víctimas, sin evidencias
en contra. Hipocresía en aerosol, regada por el aire, esparcida por las narices
que vienen detrás, obnubiladas por las luces, por el brillo. Terrible droga que
no dura para siempre, abandonando al convaleciente cuando le ha absorbido las
fuerzas más determinantes, y dejando sólo el bagazo en el plato roto. Superficialidad,
embriaguez y fantasía envenenan las mentes. Grima al alma, a sus profundidades,
a sus riquezas. Aversión a todo lo que respire entre si. No queda semilla, no
una buena. No queda legado, sonrisa heredada. No queda un coño.
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