No puedo ofrecerte nada, además de lo
que acabas de obtener. Aún siento que no he resuelto mis nudos
afectivos, y soy tan frágil que lo más que me tranquiliza por el
momento, es estar contigo. Mi posición es la tradicional de
dicotomía sin estrés, viendo a ver cuándo se resuelve este lío a
la vez que no muevo un dedo, que no agito unos gramos de valor que
invoquen la acción pertinente, necesaria. Esto es una aventura, y
aunque sospecho que lo sabes, es bueno aclarar que este unión
tambaleante “no genera obligación posterior”. Comienzo a ver que
la cosa de la pasión se está convirtiendo en otra cosa, sobre todo
para ti; pero todavía siento holgura, no siento presión de tu parte
para que defina mi posición de una vez. Sé que me quieres, y muy
seguramente yo también te quiera, pero por ahora, y no sé hasta
cuándo, mi cobardía seguirá refugiándose en uno que otra pecho
frágil, solitario, igual de cobarde que yo como para terminar con
estos gérmenes de juntura que terminan en gigantescos monstruos que
lasceran vidas.
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