¿No
te cansas de joder? ¿No te agota eso, de pensar cómo malograr al prójimo? ¿No
sufres de extrañas exhalaciones, producto de maquinar en negativo? ¿No te has preguntado
qué se siente que te quieran por tus acciones, en lugar de por ser una carga
familiar o un compromiso circunstancial? Anda, chico, estimado adrede, déjate
caer y yace un tiempo, mientras encuentras la sonrisa y la compasión por algún
lado, que seguro encontrarás. Pero por ahora, observo desde este rincón, que
manoseas la suerte, que juegas con vidas ajenas, que rempujas buenas gentes a los
precipicios de tu propia manufactura. Déjate de esa vaina.
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