Te recordaré por lo que
fuiste, no por lo que dejaste de ser. Te recordaré por todos los años que nos
brindaste, y no por la conclusión, que fue mera circunstancia. Recordaré el obsequio
de cada día que tuviste a bien pasar por mi lado y dejar algo útil en mis
manos. Serás lo que sembraste, y dejaremos tu desaparición como una anécdota
delicada de la cual se habla, pero a la que sin embargo no se le huye… no es
para tanto. Tu recuerdo arrancará más sonrisas que tristezas; citaré tus
frases, narraré tus historias y nunca dejaremos de celebrar tu paso por los
días, que, afortunadamente, como regalo inmerecido, coincidió con los nuestros.
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