Hoy se repite eso de que no se me ocurre nada
para escribir. Ya había pasado una vez, y escribí sobre eso. Las otras veces,
cuando no se me ocurre nada, simplemente no escribo. Creo que es lo más sano,
en lugar de parir un hijo no deseado. Y es hasta curioso. Las imágenes sin
conexión pasan por mis ojos, pero no hay nada que las hile y cree algo que me
haga escribir. Es como si los patrones estuviesen de vacaciones y no quisieran
armar algo que sirva, algo alrededor de un tema. Siguen pasando imágenes por mis
ojos y nada que se me ocurre un carajo. Conceptos, palabras, sonidos y
recuerdos que no tienen que ver con nada hacen presencia, se ríen y se van por
donde vinieron, dejando pedazos desechables de ideas, diluyendo cualquier
asunto que pueda utilizar, dejándolo claro como nada. Son desfiles desordenados
de formas geométricas criminalmente enviadas por la antimusa que, por lo
general, está dormida. Espero que no sea falta de capacidad en atrapar cosas en
frases. Sólo espero que estas lagunas permanezcan lo más tímidas posible; que
sigan escondidas y, por accidente, asomen la cabeza sólo para recordarle al
tipo del lapicero que debe moverse para sobrevivir.
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