Peligrosa
reflexión. Tenebrosa pérdida de tiempo. Parálisis que no deja caminar,
expresar, volar. Amarras que hacen germinar las telarañas de un nuevo tropiezo.
Inútil estación en el camino, desde la cual tratamos de caminar con la vista
hacia el lado opuesto. Negación de la nueva alternativa, de la dolorosa aunque
necesaria transición a una fresca sonrisa, pausada sonrisa. Ahorro en una cesta
sin fondo, decisión de no decidir, determinación enfermiza de vivir sin vivir.
Extraño y opaco altar en el que se veneran fantasmas destructores de futuro, e
incluso de supervivencias. Santuario digno de clausurar por fraudulento, por
nefasto, por cementerio previo que comienza a robar vidas desde temprano, a
convertir cuerpos en estuches vacíos; a transfigurar conciencias en nidos de
hipnosis patológicas.
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