Ya
no queda mucho por decir. Al final del día, es mi aspiración, sólo queda
sentir. Con el sonido de fondo, sólo queda sentir y acertar. Los sentidos están
exhaustos ya de símbolos, de estructuras, de razones y compromisos; ahora, sólo
queda dar un paso si se siente o no darlo por la misma razón. En este momento, casi de ocaso, abrir los ojos brinda el mismo paisaje que cerrarlos. En estos
instantes de neblina baja no se me ocurre una sola frase, un pensamiento
civilizado. Prefiero sentir que soy parte del panorama, una parte invisible,
intangible que nadie pueda notar, delatar. Prefiero que la falta de palabras de
este momento sea mi discurso favorito. Prefiero que sólo las imágenes puedan
abrazar mi soledad y arrullarme por un rato feliz.
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