No
tengo miedo. Ahora no. No temo responder cualquier pregunta. No temo contar “mi
versión de la verdad”. No es un reto, sino una declaración de tranquilidad.
Seguramente dolerá, seguramente espinará, pero se me ocurre vivir distendido
por un rato, al menos; un rato que se vaya convirtiendo en mi manera
contemporánea de vida. Vengo sin estudiar, sin memorizar, sin invento alguno;
al menos no sin uno muy bueno. Vengo con una caja depurada de herramientas;
herramientas que recogí y que sobrevivieron a las depuraciones lacerantes del
camino. No visualizo mucha sorpresa en adelante… no de mi parte. No vislumbro
sino ajustes de piel, de pocos grados. No vislumbro grandes terremotos de los
que no tenga idea. No se me antojan más dolores que los mismos catalogados por
mí. No creo en muchos más motivos para regalar mi vida que los ya repasados.
Así que… si viniste a preguntar, habla de una vez; si no, por favor acompáñame
a contemplar lo que tenemos enfrente.
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