Soy
la intemperie, lo que roza hoy tu piel. Son un accesorio de tu antojo en estos
días. Soy, en el mejor de los casos, una validación oportuna de lo que eres en
realidad, una corrida imprevista del telón. Soy una partícula que venía con la
brisa y te escogió como escenario. Soy un retoño de algo lleno de vida que
tiende a crecer, a echar raíces, flores, semillas. Por ahora no soy nada, sino
tal vez un molesto pasajero casual. Por ahora debo jugar mi papel de ángel en
tus deliciosos hombros, saltando del bueno al malo en ocasiones, al pié de tu
oído. Soy, pues, una diminuta partícula que lleva consigo la amenaza de germinar
en ti, de influirte, de confundirte conmigo… aunque no sea todavía.
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