Floto en disimulado
descontento, y al rozar este techo inexplicable no agradezco la altura limitada
de mi vuelo. Por el contrario, siento que hay muy poco espacio entre el suelo y
mi altura enana. Y comprendo que de nuevo debía pasar por aquí para medir de
nuevo mi equipaje. Aparenta necia solicitud de revisión de notas, de berrinche
por el pretendido fraude al que parezco, según yo, haber sido sometido cada
vez. Afiné mi siempre difusa vista, pero mirando al lado equivocado, para
comenzar. Empecé por el gris oscuro, y aunque me defiendo con verdades
irrefutables para el momento, hubiese preferido abrir el telón desde el otro
lado, el que me permite poner el mantel para lo que venga. Fui sorprendido por
mis adentros en una suerte de inventario honesto, sólo que entró por la cocina
y me fastidia la conversa. Por ahora me quedaré en esta mesa, apoyando la
cabeza entre mis manos, casi dormido, escuchando cada palabra que tenga que
decir mi otro yo, el de las malas pero nunca maliciosas noticias. Por ahora, seguiré ejerciendo mi derecho a prestar atención.
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