Hoy no lucharé por la justicia. Hoy
amanecí con flojera, y la indiferencia será mi bandera sin izar.
Hoy todo mi derredor podrá entrar en caos sin mi irrupción
inoportuna. Hoy nadie verá nada en mí que lo haga pensar en lo
justo, en lo debido. Dejaré que se coleen, que arrebaten, que se
burlen sin observación alguna de mi parte. Seré como un fantasma
entre la multitud, una cosa transparente de la que nadie deberá
temer una mirada inquisidora luego del delito, de la omisión, de la
media verdad objetable a todas luces. Hoy se saldrán con la suya los
malechores de siempre, los que se ven fastidiados por esos que se
creen más importantes, que se la tiran de moscas muertas. Acabo de
notar que he pasado un día de mucha tranquilidad... qué sensación peligrosa para nosotros, los paladines cotidianos.
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