Dulce letargo viste.
Impactante paréntesis sin cerradura a la vista. Desconexión
evidente muestras. Al escuchar de ello, mis ojos entristecieron, pero al verte,
al escucharte, sentí un toque en mi hombro que me dio tranquilidad. Hoy no
había quejas; hoy no había dolor. Lo que decías con tanta elocuencia parecía
mentira, un invento, pero, ¿para quién? Parece no importar. Parece no tener
ninguna relevancia. En medio de una sorpresa que no sabía calificar, en medio
de una tristeza fugaz, no pude descifrar el mensaje. Pero no parece importar
eso de descifrar, risible herramienta a veces… no parece importar hoy. En este
extraño día parece borrarse la verdad dolorosa, esa que molesta, que punza y
parece aparecer otro estado de tu materia, en el que lo sabes todo y lo
aparentas todo. Yo sé, yo espero, yo ruego, que algún tipo de sabiduría haya
hecho presencia y haya prolongado tu aguante, tu paciencia, y en el peor de los
casos disfraza tu desesperación en una mentira aparente, ingenua, en un cuento
tan perfectamente creado que hasta me dan ganas de creerte. No sé si es una
salida o una entrada a algo mejor o peor para ti, de la que, desde lejos,
parece una de tus cosas de siempre, genial, irreverente, despreocupada,
espontánea, que desde hace muchos años, adoro de ti, admiro de ti. Bendición.
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