Eres
un lujo que pasa por enfrente. Eres terciopelo de gente. Eres la duda que
conservaré para siempre. La lejanía te otorga perfección y me regala un peluche
que no estará en mi almohada, sino que observará, con su sonrisa inamovible,
desde su lugar en el fresco balcón. Cercanía ocasional, siempre fugaz. Un abrazo
de amistad de lo más sincero, pero no siempre honesto electrocuta mi confianza
cobarde. Tienes estilo, tienes pertinencia, tienes la sabiduría del silencio
como arma secreta que se dispara sola. Pero te quiero a esta distancia, a salvo
ambos del roce que con necedad suele acabar con las magias que regala la vida. Por
tanto, te brindaré mi admiración muda para no empalagar lo que ya resulta
dulce. Por tanto, desearé lo mejor desde esta esquina, muy a salvo, prudentemente
a distancia de tu piel, de tu aliento, de todo eso que guardas y que no quiero
desperdiciar porque sí.
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