Coño,
chamo, ¿cómo vas a creer en esa vaina? Tú si eres pendejo y fastidioso. Yo que
creía que eras más inteligente, pero por lo que veo también te falta un
tornillo. De verdad que no lo puedo creer… ¿Desde cuándo andas en eso? Hace tiempo,
¿no? Pero dime, ¿por qué crees en eso? Mmm entiendo. Tienes derecho a creer lo
que tú quieras, pana, pero coño… ¿Cómo? Que ¿en qué creo yo? Mira en lo que yo
creo, ¿no te parece qué así son las cosas? ¿No? Dime tu argumento… Ya veo. La
verdad es que viéndolo desde ese punto de vista no es tan descabellada la vaina,
de verdad que no. Pero fíjate, de estos cinco argumentos sólo puedes rebatirme
uno, ¿no?… bueno, cuatro, está bien. Yo creo en lo que te dije porque así crecí
y he podido cotejar muchas de esas cosas con lo que ocurre cada día –no sé tú-.
¿En serio? Ah, caramba. Siendo así… ¿Y dónde pudiste ver eso? ¿Dónde? Interesante ¿Y eso
queda lejos? No, yo no quiero ir; recuerda que yo no pienso como tú, pero dime
dónde queda sólo para saber; tú sabes, siempre hay gente a la que eso le podría
orientar y ayudar a ser feliz… pero a mí no, claro.
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