¿Qué
debe cambiar y qué quedar siempre igual? ¿Qué debe modificar su forma por
necesidad, por fastidio, porque debe evolucionar o porque sí? Por otro lado, ¿qué
debe permanecer igual por sagrada tradición, por flojera, porque ya evolucionó
o por conveniencia? Probaré cambiar las cosas porque no soporto más, porque tal
vez lo otro sea mejor, sólo porque es distinto y la moda y la inconstancia
dictan que variar es bueno, es rico, es necesario. También probaré, por
supuesto, conservar todo como está. Esas cosas tan divinas, tan placenteras,
tan bien hechas, se quedarán como están; no tienen coyuntura, lado flaco, nada
qué arreglar. Y tampoco cambiarán porque eso cuesta mucho, por falta de
conciencia, porque nadie me ayuda, porque no estoy bien convencido… porque sí. Total,
que después de tanta prueba sin control, quedé muy enredado. Por lo pronto, el
tostón con ajo y el guarapo de papelón con limón me los dejas igualitos, que
están muy buenos: no inventes, no me los evoluciones ahora, no me los declares non gratæ
aún.
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