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sábado, 7 de julio de 2012

Fue repentino el cataclismo


Fue repentino el cataclismo. Se desató el sentimiento y las lágrimas en amasijo con la sonrisa exhalada, disparada por ese gatillo inesperado que irrumpió en mi tranquilidad tan elaborada. No me dio la gana de calmarme. No me importó el público, boquiabierta audiencia que veía a un raro animal llorando de amor redescubierto. No hubo palabras, aunque quería gritar. Sólo sollozos desesperados y unos ojos que no paraban de pedir y pedir era lo que pude proferir. Como un mudo con ganas de dar un explosivo discurso anduve vagando por el callejón, ya recuperándome de aquella escena ajena que me dio de comer por unos instantes, que me confirmó como ser vivo, luego de tanto silencio, de tanta oscuridad disimulada con lucecitas de mentira, con reflexiones prefabricadas: Estoy vivo… te buscaré.

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