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domingo, 29 de julio de 2012

¿Y qué, si me da la gana?


¿Y qué, si quiero echarle refresco al de 18 años? ¿Y qué, si quiero bajarme a mitad del viaje a admirar lo que hay porái? ¿Y qué, si te doy un beso cuando debería darte una razón? ¿Y qué, si te regalo el chocolate sin ser tu cumpleaños? ¿Y qué, pues, si digo lo que no convenía, lo que esperabas que fuese más conveniente? ¿Y qué, si en medio de la discusión fútil te tomé de la mano y la besé? ¿Y qué, coño, si en medio de las palabras que venían al caso quise hacerte el amor? ¿Qué pasa si cuando menos esperas algo se aparece y te rocía con un manto tranquilidad, de sosiego, de sabrosura? No me da la gana ser normal, de la receta conocida, del parlamento prescrito por los exprtos. Me temo que es problema tuyo, saber qué haces con ese golpe de timón, con ese desarme inesperado, con ese semáforo en verde al borde de mi pecho. Échale bolas, querida; ven y dime qué podrías hacer cuando nadie te amenaza, cuando nadie te cobra, cuando nadie te busca peos. Por mi parte estoy flotando tranquilamente, honestamente, sin secretos, sin temer una pregunta capciosa. Te espero en la bajadita, pero te espero con el puchero de un beso que borre este episodio tan imbécil en el que solemos caer.

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