Caigo mal. No sé si son los temas o los tonos en los que los planteo. No sé si voy adelante o voy detrás, pero luzco desubicado. La evasión ajena a mi presencia o a la conversa espontánea conmigo es un hecho. Yo me negaba a creerlo, pero el patrón es indiscutible. Por ahora, no sé qué hacer. Por ahora estoy como encandilado por la nueva realidad. Ya veré. Tal vez encuentre el botón perdido para ajustarme a los demás o, tal vez, mande a todos al carajo.
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