Abedia
María se fue. Agarró sus cachachás y arrancó. Se cansó del pallá y pacá de la
situación y dejó el pelero. Dejó, sí, mucha gente jipiando porque dicen que faltó
tiempo de estar. La gente es así de inconforme. Lo cierto es que sí nos dejó un
cuento bonito de primera y segunda madre; siempre acogedora, siempre un plato
de comida y su muy extraño "perdone lo malo" al final de las visitas.
Anoche había una luna grande y redonda que aparentaba ser cada uno de sus
cachetes al sonreír. Te dejo un beso espacial, Abedia María, tía querida,
"india de grave postura".
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