La verdad
es que no quisiera ser tan inteligente para no sentirme forzado a usar esa tal inteligencia.
Al saberse inteligente, el ser humano cae secuestrado y seducido por su ego y necesita
con ansiedad que todos le reconozcan constantemente sus habilidades. Mejor no;
déjame estar aquí, tranquilito y aparentando mayores estupidez e ignorancia de
las que albergo para así estar más protegido de quienes se la pasan buscando
malabaristas del intelecto para fastidiarles, entretenerse y presumir ante el
resto. ¡Zape, gato!
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