Perder la inocencia de nuevo ante acontecimientos nuevos y hasta innecesarios. Tal vez se puede aprender más bien desde arribita, desde la superficie, sin restregarse tanto en la mugre, como para confeccionar una teoría, una creencia apacible que nos permita respirar con mesura. Quizás no se deba uno sumergir hasta la asfixia en la guerra, el hambre o la muerte como para saber que existen, duelen y saber, ciertamente, cómo vivir con ello, cómo ayudar si es posible, cómo mantenernos en pie sin que nuestra vida se contagie con el desastre que vemos alrededor y todo se termine de joder. Posiblemente no haya que conocer el asunto en la propia piel para obtener un criterio válido y confortable para los efectos. Mira que, por más que queramos saber todo a ciencia cierta, de primera mano, corremos el peligro de convertirnos en esa basura que observamos, hasta ahora, de lejos.
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