Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
domingo, 29 de diciembre de 2013
LA CREDIBILIDAD EN LAS PANTALLAS (o “Tremendo mojón”)
Sabemos de sobra que las historias representadas en el cine
y TV tienen, por encimita, dos componentes: la historia misma y la manera en la
que se desenvuelve. Respecto a la manera en que se desenvuelve, puede ser que
una que otra cosa no creíble pase por debajo de la mesa porque el fondo del
cuento es tan interesante que no hay ojos para detalles odiosos. Pero,
indudablemente, hay detalles que dejan de serlo para convertirse en un trancazo
para el flujo de la trama y nos arranca la conocida expresión: “Si son
mojoneros”. La situación empeora cuando quien manufactura el filme cree que esa
escena le otorga colorido al resto de la historia y hasta la jolivudiza. “Esa
gente cree que uno es pendejo” se convierte en la piedra de tranca al resto de
los minutos por desenvolverse, y entre gestos remolones, entre brazos y piernas
cruzados, uno termina de darle rentabilidad al boleto que acaba de pagar allá
afuera.
Soy muy justo
Soy justo. Soy muy
justo. Soy tan justo, que rayo en lo aritmético cuando determino el punto
exacto de justicia, de balance entre lo bueno y lo malo. Sin embargo, por
alguna razón que desconozco, estoy aislado. Es una situación en la que quien se
cuida tanto cayó en un punto muerto de rechazo general. Muchos dicen que es
porque soy fastidioso, empecinado y hasta inhumano. Otros dicen que rompo la
dinámica divina del universo de dar y recibir, represando lo que debo liberar y
no aceptando lo que considero sólo un regalo sin justificación. Yo,
reflexionando mucho, sacando mis cuentas y viendo los resultados, considero que
lo justo es que mande a todos al carajo… ¿qué saben los demás de justicia?
martes, 17 de diciembre de 2013
domingo, 13 de octubre de 2013
Y ahora cuéntame una de Franskestein
Y entonces le dijiste
al niño que no entendería tu explicación, que era sólo un niño. Y entonces, con
todo el inmenso poder de tu ignorancia, de tu indiferencia, de tu distracción, abandonaste
el hilo constructor de su carácter, de su personalidad, de su futuro bienestar,
de su papel como miembro de una sociedad justa. Y ahora te encuentras en la
calle con ellos: con el injusto, con el indiferente, con el corrupto. Y en
estos tiempos otoñales te luces hablando de cómo es que esa gente es
despreciable, excecrable, mala; que son un lunar a exterminar de tus dominios,
de tu selecto grupo. Ahora estás ahí, en ese cafetín del bulevar, debatiendo
vehementemente con las madres y los padres de un grupo incalculable de quienes
una vez fueron aquellos niños descuidados, abusados, sutil o abiertamente
humillados.
lunes, 30 de septiembre de 2013
Rentabilidad de una decisión
La rentabilidad de mi decisión me está
matando. Siento demonios sobrevolando por encima de mi cabeza,
burlándose de las condiciones en las que me encuentro. Tomé la
decisión y ahora me hinca en las costillas, en los pies, en el
corazón. Debí decidir. La circunstancia y mi percepción de la
fatalidad no me dejaba respirar y creí que saltando de la
embarcación caería en otra mejor, pero caí directo en el agua y
ahora siento que me estoy ahogando. Miro a los lados y nada; no hay
tabla de salvación a la vista. Pero nada, aquí sigo, así sigo.
Trataré, hasta el último momento, de que nadie note que quiero
desistir del esfuerzo al que me comprometí. Siento que compré un
refresco de varios litros y debo beberlo todo sólo porque pagué por
él. Pero aquí voy, carajo, reventándome, firme o casi, rumbo al
triunfo previsto, sin la “rectificación” de los que se
equivocan... ¡porque primero muerto que echarme pa'trás!
viernes, 27 de septiembre de 2013
Después de tanta chatarra
Si supiera el esfuerzo exacto para
descubrir lo que necesito, para saber lo que quiero, no daría tanta
vuelta. No aprendería tanta chatarra, no cargaría con tanto peso
muerto que me quita impulso y que me estorba. Si la brújula
estuviese más afilada, no aprendiera tanta cosa inútil, tanto
artificio extenuante, tanto truco barato. Después de aprender las
artes, las ciencias, las tecnologías que recita el credo social, me
veo perdido entre toda esta maleza que amenaza con extraviarme para
siempre de lo que sería, hipotéticamente, mi razón en esta vida.
miércoles, 11 de septiembre de 2013
Me devolví al espejo
Me devolví a verme en el espejo y ya
no era yo. No era el rostro esperado. Era, más bien, una vieja
caricatura del que fue y ya no era. No había brillo en los ojos, que
trataban de no ser cubierto por aquellos párpados cansados de no sé
qué cosa recurrente, ya inevitable. No sabía si eran arrugas o
laceraciones. No sabía si ese rictus de hastío era de ahora o de
siempre, si gratis o merecido. Total que me encontré con ese carajo
en el cristal, ese lamento silente, ese esperpento que ahora se
dejaba ver. No sé si esa mañana amanecí con la honestidad
revuelta, inevitable, pero sí sé que pude ver cosas en mí que
normalmente oculto a todos y a mí mismo. No lo hubiese hecho... me
hubiese hecho el loco, como suelo hacer, y así seguir sobreviviendo
con la falsedad como mi primera postura.
sábado, 27 de julio de 2013
Dulce viuda
Oh dulce y desesperanzada viuda que
mira por última vez el envoltorio sin vida de su compañero de
siempre. No dejan de desfilar por tu mente, casi enfrente de tus ojos
los pasajes de ternura compartidos cuando todavía el miedo no los
embargaba. El velo pretencioso no logra ocultar las lágrimas que no
cesan, y ondeando en la brisa que trata de desvestirte el rostro, tu
mirada triste recorre los rincones en vano como buscando lo que se
perdió. Estás sola, te sientes sola. Nadie en el futuro será como
él. No es negar la felicidad más adelante, pero nadie lo
reemplazará. El desconsuelo llegó para quedarse. El desconsuelo es
tu nueva compañía mientras el tiempo pasa. No queda más sino
desahogar la pena, de aceptar hombros ajenos que se acercan con buena
fe. Ni siquiera ha llegado el lamento por el tiempo perdido, el que
no fue. No queda mucho más sino recordar, con morbosa repetición,
con tenaz claridad, los brazos que te contenían, sus reconfortantes
declaraciones de amor. Todo pasa, dulce señora, pero él no pasará.
Me gustas tanto, pero...
Me gustas tanto, pero... serías
perfecta si cambiaras un poquito y así te ajustas completamente.
Eres lo que buscaba, lo que esperaba, y con un toque aquí, uno allá,
llegarás a ser lo que soñé. Hay magia, hay mirada hay de eso que
cuesta tanto conseguir y mira, apretando un tanto esa tuerca que luce
floja, estaríamos inmejorables... que te lo digo ¿Me estás
escuchando? ¿Por qué te me quedas mirando así? Déjame seguirte
diciendo cómo llegarías a ser perfecta... ¿Qué te pasa?
¡siéntate, vale!
sábado, 20 de julio de 2013
Caí de nuevo
Caí de nuevo desde donde estaba disfrutando de mi tranquilidad. Caí y
desde aquí puedo apreciar, clara y dolorosamente, cada uno de los mitos con los
que fragüé la mentira sobre la que me encontraba. Se notaba el miedo, se notaba
la huida ya develada. Argumentos brillantes constituían la columna de la farsa,
dando credibilidad, por confusos, a mi recién erigida pose. No es la primera
vez, lo que hace de este episodio algo peligrosamente ridículo. No es ya
cuestión de ignorancia o ingenuidad, sino de riesgo innecesario, peligroso,
inminente. Quise ensayar de nuevo sin medir, sin querer saber cuál podría ser
el peor escenario resultante. Fue una estupidez, una irresponsabilidad para con
lo que queda de mi integridad. Creo que fue algo más allá de una embestida
infantil que dejó los resultados temidos por cualquier conciencia decente, con
instinto de conservación. Pero aunque sé la receta para levantarme de nuevo, no
sé si soportaré el dolor para llegar al alivio. No tengo certeza de si el recuerdo
de los crujidos de la caída pueda dar al traste con mis intenciones de salir de
esto de una vez, otra vez… además, no sé si lo merezca ya.
martes, 2 de julio de 2013
miércoles, 19 de junio de 2013
Hay magia suelta
Hay magia suelta. Hay chispas de
misterio que vuelan y a veces se les ocurre aterrizar de inverosímil
forma sobre cada uno de nosotros. Unos se esconden, otros fingen que
no vieron. Unos le brindan un rincón en casa y otros le ponen nombre, local,
reglamento y uniforme. Unos la pueden atribuir a visitas ocasionales
y otros a la simple coincidencia, a la suerte de un momento. No se
podría saber qué cara tiene esa magia; lo que sí se puede saber
muy fácilmente, y hasta podría cautivar, es el buen efecto que
causa esta magia entre los corazones que la acogen.
martes, 18 de junio de 2013
Mi analgésico
Eres el analgésico que me distrae
mientras me destruyo en silencio. Eres la hipnosis que transcurre
mientras me despedazo por dentro. Eres un mientras durante la crisis,
un puente que pretende cruzar el precipicio que no vislumbra final.
Me iré desintegrando al tiempo que camino. Iré muriendo sin contar
los minutos que queden, gracias a tus artes, a tus favores, a tu
buena disposición.
jueves, 25 de abril de 2013
¿La Verdad? ¿Cuál verdad?
¿La
Verdad? ¿Cuál verdad? Uno de los problemas con las personas que creen poseer la
verdad exclusiva, es que no conversan, no discuten, no escuchan. Ellos te
orientan, te ayudan, y en el peor de los casos, te ignoran… pero no oyen. Quien
tiene la verdad en su bolsillo ya alcanzó su objetivo y no necesita nuevos
puntos de vista. Quienes se abrogan la verdad no necesitan a ningún lado porque
ya llegaron. ¿Cómo hablar con alguien que está convencido de que estás equivocado o que eres su enemigo? Y ahí, desde ahí, riegan al resto de los seres, cual jardinero,
con lo que ellos creen es su mayor aporte: Su verdad. Sí, chamo… está bien:
tienes razón.
miércoles, 17 de abril de 2013
¿A qué sabes?
¿A qué sabes? ¿Eres dulce, amargo, ácido? Bastante aburrido después de
un rato. El verdadero sabor es el sorpresivo. Una probadita a lo agridulce es, más bien, efervescente, astringente; espeso al final. Un tanteo con el picante, que
golpea, que revuelca y deja una sonrisa jadeante en los ojos rojos. Así te
quiero saborear, con expectativa por delante, con un poco de respeto que parece
miedo infantil. De esta manera me gustaría colocarte en el mantel y tomarte con
los dedos pelados, desnudos, atrevidos, y claro que temblorosos. Así, pues,
eres un aroma indescifrable hasta ahora; eres el objeto divino de degustación
que se me antojó cuando pasé por tu vitrina descubierta, y que no importa qué
tan costoso me salga catar tus delicias, una, otra y otra vez más sin el temor de
aburrirme.
miércoles, 3 de abril de 2013
Parado en el borde
En el límite se comienza a saber de
las verdades, se comienza a sentir el sabor de lo inminente. Al
borde, parado en la línea prohibida y mirando hacia ambos lados, es
cuando se tiene el poder de saber, de sentir algo más que el miedo
de siempre, que el prejuicio de siempre. En el umbral es donde sí se
actúa con conocimiento de causa, con la balanza hasta ahora
escondida, prohibida, ahora a la mano. Ir y venir regala la certeza,
pero a precios muy impagables por el séquito. En el límite estás
solo y resultas peligroso para la audiencia... Pero al fin eres tú:
el mendigo que al fin se sienta en el trono.
lunes, 1 de abril de 2013
Te compro un beso
Te compro un beso. Aquí tengo unas
monedas que te resultarán irresistibles. Te compro algo de tu
tiempo, de tu interés fingido. Unos billetes serán suficientes para
obtener de ti lo que por vía de la espontaneidad no pude lograr.
Aunque necesito que me hagas una descuento por volumen, te aseguro la
demanda de tus productos con la frecuencia que nos conviene a ambos.
Mañana traeré efectivo para unos abrazos y unas caricias, mientras
aceptas tarjetas de crédito -que de paso, no sé por qué te
resistes a ese método de pago-. Pero tranquila, entre los cheques y
mis ahorritos en el cochinito, creo que tendré tanto de ti como
estimo necesario, mientras aparece alguien que sea capaz de ofrecer
lo mismo con carácter de gratuidad sonriente, sólo a cambio de mis
tan vituperadas atenciones.
martes, 19 de marzo de 2013
Regálame una flor viva
Regálame una flor viva. No traigas más
los despojos de un momento de vida sólo para iluminar mi mirada. Yo
no soy así. Siembra un jardín para mí y te sientas a mi lado para
disfrutar la brisa acariciando los pétalos. No caigas en la trampa
de los cazadores, de presumir de los restos de su jornada de captura.
Llévame, si quieres, adonde están esos tesoros que me cuentas; pero
no los tronches, no los arranques de la tierra generosa para ser
mostrados en un féretro de cristal. Déjame ver, incluso, cómo
mueren en su ambiente, cómo se marchitan después de vivir hasta más
no poder en esa pradera verde y azul, que, con muy buena intención,
te empeñas en mutilar.
domingo, 17 de marzo de 2013
Por mensajitos me dijiste que me dejabas
Por mensajitos me dijiste que me dejabas. Esa mañana, mirando la
pantallita del teléfono, entre comas, emoticones y mala ortografía moderna,
terminaste con lo nuestro. Con la flecha pabajo descubría las nuevas palabras que
lacerarían mi alma ese día, y cuando me detenía a pensar, a recordar, a buscar
en los días pasados qué pudo ocasionar tal desbarajuste, se me apagaba con el
protector de pantalla. Con los pulgares humedecidos de lágrimas, acariciaba el
botón de contestar sin presionarlo de una vez. Y para colmo de males, de
dolores, el sistema repetía el mensaje en medio de reintentos técnicos, en
lugar del tan esperado “mentira, mi amor: era un mal chiste”; pero qué
va. Te contesté pidiendo razones, intenté llamarte decenas de veces hasta que
se me acabó el saldo a favor. Más nunca te vi. Más nunca recibí mensajito
alguno de tu parte. Recién anoche recibí un mensajito, de número desconocido, que
rezaba un “Hola”… ¿Eres tú?
Bájale dos...
Baja el nivel. Háblame sencillo. No me vengas con esas vueltas mal
fabricadas, sin tomar en cuenta mi interés, mi entendimiento. No vengas a
vender lo que no quiero comprar sólo para mostrar tu destreza dominguera. Deja ya
tus “por medio de la cual” y los “entremos en contexto” que adornan tu museo
desierto. Así que si te quieres comunicar conmigo, conveniente es que sepas
cómo hablar, cómo hablarme; conveniente es que sepas que hay alguien más, fuera
de ti, con quien pretendes entablar
conversa.
lunes, 25 de febrero de 2013
Qué cosa eres
Dime qué cosa eres. Anda, que veo que
necesitas decirlo. Pero más allá de eso, creo que eres un fraude,
como el otro, como aquellos. Dime a qué etiqueta te aferras, a qué
grupos les debes el título, porque no logro dar con ello. En estos
días no supe si eras tú, o mi vecino, o cualquier prójimo. Debe
ser mi miopía in crescendo que no me deja saber quién es cristiano
o musulmán; de derecha, centro o izquierda... quién es sacerdote o
gerente de empresa. Tengo que preguntarles a cada uno a qué grupete
pertenecen porque no lo sé con sólo observar su comportamiento. Me
haré el loco y pensaré que si el que roba es un triunfador,
entonces no será tan ladrón; que si el que maltrata es un tipo
disciplinado, seguro los demás se lo merecen; que si el que mata es
académico, alguna buena razón tuvo. Qué desatinado he sido.
domingo, 17 de febrero de 2013
¡Reacciona, mujer!
Sé receptiva ante mis atenciones. No te lo pido por favor. Deja tu cara de culo crónica,
deja de mirarme como a un lunático desatinado que usa palabras que, por lo que
veo, nadie te dijo nunca, y como animalito temeroso, sólo tratas de
ridiculizarme. Aprovecha este autobús de lujo que intenta recogerte de esa
acera maltratada y solitaria. No seas tonta; entérate de la delicadeza a la que
tienes derecho, a la belleza de la que fuiste privada y ahora te golpea en la
cara. No te rías, que no es un chiste. No desacredites la oportunidad, porque
te quedarás jugando en tu pocito de sencillez y crueldad en el que has
asfixiado hasta el día de hoy.
jueves, 14 de febrero de 2013
Te quiero que jode
Te quiero que jode. Te quiero burda.Y
no es por el día, claro que no. Es porque no sales de mi cabeza, ni
dejas de ser la causa de mi sonrisa desde hace algún tiempo. Te
quiero y no es porque deba, ni porque no hay salida; eres la opción
dulcita que tengo cada día, algo así como el complemento perfecto en este
instante. No eres mi vida, no eres todo lo que tengo y si te vas no
moriré -no realmente-. Sé que si desapareces podría regenerar mi
amor para luego, pero la verdad es que prefiero que permanezcas cerca
y sigamos compartiendo esto que no sé cómo llamarlo, pero por lo
pronto se me ocurre que bonito. Ahí nos vemos, mujer.
martes, 12 de febrero de 2013
Dame mi etiqueta
Quiero una etiqueta. Necesito,
con carácter de urgencia, una etiqueta. Quiero definirme según algún criterio
ajeno. Quiero pertenecer a uno o varios grupos, según sea mi clasificación. Apetezco
mucho una categoría. Quiero, que cuando me pregunten “¿Qué eres tú?”, yo
conteste rapidito con un caletre elegante. Yo no quiero seguir siendo parte de
esa multitud de locos sin visión, sin conciencia trascendente, sin idea de
surgimiento. Así que, chico, por favor, dame esa etiqueta que está allá arriba,
¡sí, sí!, esa misma que dice que soy alguien de respeto, alguien que puede
conversar largo acerca de temas de revistas, de cóctel, de sobremesa.
domingo, 10 de febrero de 2013
Afuera llueve
Afuera
llueve, pero llueve lejos. Todo está gris negro en aquellos lugares. Por acá,
nada afecta, todo está y seguirá estando seco, fresco. Mientras, me concentro
en lo que veo a través del cristal de la ventana; me concentro en lo que casi
no se ve a causa del agua. Se escuchan ruidos, se corren lamentos, se divisan
luces dejando ver algún tipo de tragedia que ocurre en este exacto momento,
mientras yo me aflojo la corbata y me acomodo en el sillón. Esa oscuridad que
arropa la montaña, esas nubes que lloran por anticipado lo que pueda pasar,
siguen su lento y fatídico camino a acabar con suspiros, con miradas, con
ideas, con tristezas. Aparenta un morboso lavado de todo lo que está en el
camino de la tempestad. Pareciera que alguna desquiciada voluntad persigue a
los desconcertados y luego desconsolados sobrevivientes para decirles que el
camino está roto, que no se puede cruzar y que para más castigo, quedarán vivos
para saber qué pasó. No sé si quisiera dar una mano. No sé si puedo hacerlo;
tal vez el miedo me hale y caiga debajo de la misma nube cargada de calamidad.
Sé lo que pasa, pero de sutil y silencioso modo imperceptible, a salvo, me
levanto del sillón y corro las cortinas. Tomará sólo algunos segundos vaciar mi
cobardía en la alfombra, después de lo cual levantaré de nuevo mi desdichada
mirada; total, es sólo una de las varias cortinas que corro a diario, aquí
dentro, donde siempre está lloviendo.
viernes, 8 de febrero de 2013
Me confunden con otro
Me confunden con otro. Me preguntan por
gente que no conozco, por enfermedades que no tuve. Se alegran a lo
lejos y corren hacia mí para reencontrarse, después de muchos años,
con alguien que no soy yo. Las chicas me coquetean sin saber que yo
soy más interesante que su supuesto pretendido. Traen denuncias a mi
puesto, saludan con cierta reverencia, me amenazan. No soy yo, pero
segurito me parezco a otro. Hubo un momento en el que ya no me
extrañé. Hubo un instante en el que ya no aclaré que no era ése,
que estaban equivocados, y decidí llevar la corriente. Desde
entonces he asesorado a muchos, consolado a otros tantos; amado a
varias, que se despidieron -felices esta vez- diciendo otro nombre.
Ya hace tiempo que me siento el único que es muchos a la vez,
siempre dispuesto a hacer el papel que toque, por muy dulce que
resulte, por muy amargo que salga todo.
martes, 29 de enero de 2013
Coherencia radical
Camino cuesta arriba hacia la
coherencia, pero el camino es difícil. Al parecer, para ser
coherente hay que ser radical, dado que la flexibilización tiende a
desvirtuar las posiciones firmes. No dejo de ser acomodaticio,
oportuno según la ocasión. La hipocresía es la infusión que
degustamos cada mañana para no morir en los intentos del día, en
los fracasos de la jornada, en las frustraciones por venir. “Lo
mejor es lo que pasa”, dicen, mientras dejan la batuta a otros, a
la vida sola, al Supremo; y mientras, maduramos, crecemos.
“La vida es así”, dicen, mientras cada hora demuele la esencia
original, pujante, soñadora que fuimos al inicio de la razón,
cuando la libertad era obvia, cuando se moría en la batalla por los
propios pensamientos. Ahora examino mi existencia y puedo ver sólo
retazos de excesivo ajuste, de facilidades y ebriedades permanentes
para seguir el camino. Me vendí y ahora, a
medio camino, sólo quiero
horas de vida en lugar de razones para vivir.
Hágase hampón. Muévase.
Buenas ideas para delinquir y
engañar... sólo por TV, cine y videojuegos. Si no es bueno en eso
de que se le ocurran maneras excepcionales de joder al otro, sólo
apriete el control remoto, compre sus cotufas o agarre el joystick.
No debe usted ser ningún genio, como seguramente no lo es; no
necesita haber crecido en un ambiente desfavorable a la moral y las
buenas costumbres; no necesita haber estado en prisión. Por mucho
menos que esas cosas aterradoras, usted ha sido iluminado por la
publicidad para entrar al mundo delictivo sin ser muy golpeado antes.
Agarre el control usted mismo. Quítele el tabú a la muerte y hágala
costumbre, cotidianidad. Organice el próximo robo, el asesinato de
sus sueños con unas sesiones delante de la pantalla, que quizá dos
horas le serán suficientes. Aprenda de armas, de malas mañas, de
traición y venganza por las noches o en sus fines de semana. Omita
la parte del espectáculo en el que la madre sin hijo llora o la
esposa y los hijos quedan sin padre, que esa parte... esa parte...
tal vez no la alcance a ver.
viernes, 25 de enero de 2013
¿Salir de la violencia? No, gracias.
Desde mi ceguera hice mi esfuerzo para
derrotar la violencia que cargo sin querer. Ya me cansé de tanto
sobresalto, de tanto atentado a la paz que merezco. Comencé por
tratar de darme cuenta de qué tan violento puedo ser y cuál es la
causa de tales explosiones y comportamiento dañino. Estoy yendo al
templo, como una nueva solución que barra mi espíritu contaminado
por el día a día en esta ciudad. Por otro lado, estoy yendo al
sicólogo para establecer los orígenes de mi violencia y las señales
que debo interceptar cada vez. No podía perder la oportunidad de
mirar hacia mi familia, mi mujer, mis hijos, y limar los entuertos
que ayudé a forjar desde hace años. Pero no es posible. Cuando tapo
un agujero, otro se deja ver como proveedor de violencia. Cuando ya
creo que elimino una fuente de daño, otra entra por la ventana y se
sienta de nuevo en mi mesa. Cada botón, cada pantalla, cada paseo
está impregnado de violencia. Mi piel saturada de la violencia
irradiada conserva la peste a destrucción. En cualquiera de sus
formas, directa, verbal o sugerida, la nefasta dama está destinada a
aterrizar a mi regazo y a convivir para siempre. Aquí sigo, pues,
desde mi ceguera -en ejercicio pleno de sus calamidades-, con muchas
menos esperanzas que hace un tiempo, con muchas menos ganas de hacer
algo al respecto.
martes, 22 de enero de 2013
El nuevo viejo verde
Soy un viejo verde. Eso sí: de los
nuevos. Muy viejo para las chicas y muy joven para las veteranas.
Estoy en un vértice en el que las canas me permiten mi recién
nacida circunspección tipo patriarca, mientras, por otro lado, no he
aprendido las maromas propias del perro echao que espero con ansias.
Cuando me acerco a la deliciosa y primaveral fémina, ésta se
anticipa con un “¿En qué le puedo ayudar?” o el “¿Necesita
el asiento?”. Por otro lado, la generación de varones que me sigue
ya me endosó el “Maestro”, “Don” o el tan elevado “Señor”.
Tengo el carro lleno de música de los tiempos de mis padres, pero
también de música loca de carajitos para deleitar a las menores
pretendidas. Mi closet alberga trajes y corbatas, tantos como chalecos
de colores y lentes de sol extravagantes. Acabo de salir del gimnasio
con unas ganas chifladas de reflexionar un rato. Estoy jodido. Estoy
en una transición nublada, agridulce que no me deja comodidad
alguna, dejándome como el más viejo de los jóvenes y el más joven
de los viejos... qué vaina.
miércoles, 16 de enero de 2013
Días malos
Días perdidos, sin sentido, vacíos.
Días en que los que dormir parece la redención. Días de mal sabor,
dignos de olvidar por inútiles. Días aburridos, suspendidos en la
nada, lejos el placer de estar vivos. Sin sueños ni intenciones, sin
ganas ni fuerzas, sin rumbo a seguir. Nada. Ni siquiera un retazo de
lo bueno que puede comenzar. Ni un indicio, una luz, una pista para
aterrizar luego de este vuelo errático, equivocado, desorientado. No
hay mal que por bien venga hoy. No se vislumbra el final del túnel y
casi que ni importa. Sólo estoy aquí, en la cama, sin asear, sin mi
café, sin ganas de haber sobrevivido la noche.
martes, 15 de enero de 2013
¡Deja la paja!
Me da vergüenza recibir afecto. Y es
peor en público. Debo buscar medidas urgentes de evasión ante la
aparición de caricias, frases cariñosas o ciertas atenciones. La
mejor es poner mi cara de culo, la de siempre. La verdad es que me
agrada ser querido, pero siento un corrientazo cuando pienso de
devolver el gesto; por eso quedo rígido. No importa lo que hagas, lo
que hagan, siempre me quitaré tu mano de mi mejilla como si fuese un
pegoste desagradable. No te voy a pedir que lo repitas a pesar de que
me gusta; sólo seguiré repeliendo con todos mis impulsos eso que me
quieres regalar. No me importa, chica. Déjate de esa vaina... ¡Yo
nací y crecí sin esas estupideces y pienso morir así!
viernes, 4 de enero de 2013
Ni tan calvo...
Corrí mucho más de la cuenta y resultó una estafa. Traté de ser
precavido y resulté ser un cobarde; luego traté de ser osado y resulté ser un
loco desaforado. Me empeñé en ser honesto y resulté un imbécil; intenté forzar
la barra lo necesario, y resulté un delincuente. Quise ser conservador y me
tildaron de tonto; entonces salté por encima de la barda y quedé ensartado en
la calamidad. Me pareció que debía explorar el mundo caminándolo, y terminé
perdido en mis prejuicios; por eso me senté a leer, a examinar la experiencia
de los entendidos, y terminé extraviado en el papel frío, en ideas ajenas, en
teorías salidas de experiencias que no eran mías. Me dispuse a ser bueno y terminé
ridiculizado. Harto, por despecho, fui voluntariamente malo, y sorpresivamente,
en medio de lo exhausto, me fue mejor. Ya no tenía pellejo que doliera, vergüenza
que asistiera. Dentro del torbellino de la ya no confusión, porque me da la
gana, me encuentro con mis ojos sin lágrimas, con el pecho sin latidos
honestos, escuchando cómo apuestas a tus ideales.
jueves, 3 de enero de 2013
Ni bueno... ni malo
Nunca
se trata del bueno y el malo, del adecuado y el malsonante. Se trata de
circunstancias distintas orientadas por el esfuerzo, por la suerte, por la
ignorancia, que se juntan y producen heridos, al menos según una de las partes.
Y nada mejor que la indiferencia conveniente para apartar lo que nos parece feo
y quedarnos sólo con lo “lindo”. Pero nada, chico; mientras, seguiremos viendo
la historia del monstruo de Frankenstein, creado por los mismos que al final,
para darle un final feliz al cuento, necesitan matarlo.
martes, 1 de enero de 2013
Otro año más
Otro
año más. Otro año menos. Todos esos días han caído hacia atrás y más vale que
hayan dejado algo. Más vale que la retrospección extraiga algo más que fotos y
anécdotas risibles. Cada una de esas muchas veinticuatro horas desfilaron hacia
ti dejando un grano a la vez, e imagino con esperanza que decenas de ellos se
quedaron muy cerca de tu cabeza, de tu corazón. Pensándolo bien, y mirando tus
ojos y tu sonrisa, tu falta de pose, así como esa nueva fortaleza que luces,
que algo más que unas decenas de granos de arena ya residen en tu ser. Y bueno,
ya dejando de mirar la paja en el ojo ajeno, déjame solo para ver qué encuentro
en mi año, ése que también se acabó. Que tengas un feliz año, amigo.
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