Sabemos de sobra que las historias representadas en el cine
y TV tienen, por encimita, dos componentes: la historia misma y la manera en la
que se desenvuelve. Respecto a la manera en que se desenvuelve, puede ser que
una que otra cosa no creíble pase por debajo de la mesa porque el fondo del
cuento es tan interesante que no hay ojos para detalles odiosos. Pero,
indudablemente, hay detalles que dejan de serlo para convertirse en un trancazo
para el flujo de la trama y nos arranca la conocida expresión: “Si son
mojoneros”. La situación empeora cuando quien manufactura el filme cree que esa
escena le otorga colorido al resto de la historia y hasta la jolivudiza. “Esa
gente cree que uno es pendejo” se convierte en la piedra de tranca al resto de
los minutos por desenvolverse, y entre gestos remolones, entre brazos y piernas
cruzados, uno termina de darle rentabilidad al boleto que acaba de pagar allá
afuera.
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