Me confunden con otro. Me preguntan por
gente que no conozco, por enfermedades que no tuve. Se alegran a lo
lejos y corren hacia mí para reencontrarse, después de muchos años,
con alguien que no soy yo. Las chicas me coquetean sin saber que yo
soy más interesante que su supuesto pretendido. Traen denuncias a mi
puesto, saludan con cierta reverencia, me amenazan. No soy yo, pero
segurito me parezco a otro. Hubo un momento en el que ya no me
extrañé. Hubo un instante en el que ya no aclaré que no era ése,
que estaban equivocados, y decidí llevar la corriente. Desde
entonces he asesorado a muchos, consolado a otros tantos; amado a
varias, que se despidieron -felices esta vez- diciendo otro nombre.
Ya hace tiempo que me siento el único que es muchos a la vez,
siempre dispuesto a hacer el papel que toque, por muy dulce que
resulte, por muy amargo que salga todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario