En el límite se comienza a saber de
las verdades, se comienza a sentir el sabor de lo inminente. Al
borde, parado en la línea prohibida y mirando hacia ambos lados, es
cuando se tiene el poder de saber, de sentir algo más que el miedo
de siempre, que el prejuicio de siempre. En el umbral es donde sí se
actúa con conocimiento de causa, con la balanza hasta ahora
escondida, prohibida, ahora a la mano. Ir y venir regala la certeza,
pero a precios muy impagables por el séquito. En el límite estás
solo y resultas peligroso para la audiencia... Pero al fin eres tú:
el mendigo que al fin se sienta en el trono.
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