Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
domingo, 10 de febrero de 2013
Afuera llueve
Afuera
llueve, pero llueve lejos. Todo está gris negro en aquellos lugares. Por acá,
nada afecta, todo está y seguirá estando seco, fresco. Mientras, me concentro
en lo que veo a través del cristal de la ventana; me concentro en lo que casi
no se ve a causa del agua. Se escuchan ruidos, se corren lamentos, se divisan
luces dejando ver algún tipo de tragedia que ocurre en este exacto momento,
mientras yo me aflojo la corbata y me acomodo en el sillón. Esa oscuridad que
arropa la montaña, esas nubes que lloran por anticipado lo que pueda pasar,
siguen su lento y fatídico camino a acabar con suspiros, con miradas, con
ideas, con tristezas. Aparenta un morboso lavado de todo lo que está en el
camino de la tempestad. Pareciera que alguna desquiciada voluntad persigue a
los desconcertados y luego desconsolados sobrevivientes para decirles que el
camino está roto, que no se puede cruzar y que para más castigo, quedarán vivos
para saber qué pasó. No sé si quisiera dar una mano. No sé si puedo hacerlo;
tal vez el miedo me hale y caiga debajo de la misma nube cargada de calamidad.
Sé lo que pasa, pero de sutil y silencioso modo imperceptible, a salvo, me
levanto del sillón y corro las cortinas. Tomará sólo algunos segundos vaciar mi
cobardía en la alfombra, después de lo cual levantaré de nuevo mi desdichada
mirada; total, es sólo una de las varias cortinas que corro a diario, aquí
dentro, donde siempre está lloviendo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario