Camino cuesta arriba hacia la
coherencia, pero el camino es difícil. Al parecer, para ser
coherente hay que ser radical, dado que la flexibilización tiende a
desvirtuar las posiciones firmes. No dejo de ser acomodaticio,
oportuno según la ocasión. La hipocresía es la infusión que
degustamos cada mañana para no morir en los intentos del día, en
los fracasos de la jornada, en las frustraciones por venir. “Lo
mejor es lo que pasa”, dicen, mientras dejan la batuta a otros, a
la vida sola, al Supremo; y mientras, maduramos, crecemos.
“La vida es así”, dicen, mientras cada hora demuele la esencia
original, pujante, soñadora que fuimos al inicio de la razón,
cuando la libertad era obvia, cuando se moría en la batalla por los
propios pensamientos. Ahora examino mi existencia y puedo ver sólo
retazos de excesivo ajuste, de facilidades y ebriedades permanentes
para seguir el camino. Me vendí y ahora, a
medio camino, sólo quiero
horas de vida en lugar de razones para vivir.
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