¿Qué tal si nuestra manera preferida de que se salve
el mundo no es posible? ¿Qué sentirías si llegaras a la conclusión de que todo
eso que estás haciendo por el bien de los demás caerá en un hueco sin fondo y
no rendirá los frutos soñados? ¿Qué crees que pasaría contigo y ese montón de
planillas para recoger firmas para tu iniciativa humanitaria si te enteras de que
los malos ganarán de todos modos? ¿Qué pensarías si te vaticino que nos llegará
el momento de partir y ni siquiera veremos el comienzo de lo que anhelamos para
los nuestros? Yo acabo de tener esa terrible revelación y me levanté amargado,
ojeroso, decepcionado. El día se me puso gris al pensar que la verdad de
ninguno lo ayudará a salvarse, que la colaboración y la solidaridad se verán
saboteadas y colapsarán, y el vandalismo burlón nos arrebatará todo; que el
amor, como niebla que se disipa, se retirará y nos dejará a merced de los
desgraciados de siempre, que por alguna negligencia grave, por algún descuido
de los defensores de las buenas causas, estrangularon nuestras voluntades con
las dos manos y al fin se cogieron todo lo que había. No sé, mi pana, hoy me
dio por creer que todo ha sido en vano, que todo ha tenido lógica, que los
siglos pasados de tanta humanidad tampoco auguraban nada mejor de lo que ahora
se nos avecina.
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