La pluma fue sólo el enviado, el
mensajero que dejaría su encargo en el papel. No fue cualquier cosa.
No fue trivial. Se podría puntua, se podría someter a algún tipo
de escrutinio al mensaje, pero aún así, no se podría cuestionar el
motivo. Como impulso inexorable, desliz desde el corazón al brazo y
entonces a la manos y sus expectantes dedos. Sólo ocurrió. Hubo de
ser un estornudo del alma traviesa, expresiva, incuestionable por el
momento. Ya veremos qué pasa allá afuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario