El supuesto robo que perpetra la
muerte, frente del regalo verdadero de la vida. La queja por el
peligro y sus consecuencias, encontrada con la satisfacción de cada
día vivido. La oscuridad enfermiza fabricada en el propio
laboratorio, empujando la puerta que alberga la claridad que
proporciona curación. La esperanza ciega de no morir, sin saber
siquiera qué hacer mientras late el corazón.
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