El mal se abalanzó
sobre el bien y ahora lo estrangula sin piedad, con toda la fuerza del miedo
que lo creó. El mal parece ser efectivo
por la escasez de reglas, aunque sí las tiene. El hecho es que ustedes están
atrapados. Están en la trampa en la que eliminar el mal por medio del bien
llevará tiempo y muertes de inocentes. Es improbable. Pero yo estoy fuera de
esa celda, de esa emboscada del discurrir. Yo soy un agente libre, un organismo
aséptico que se enjabonó de lo bueno y lo malo, y al final decidió practicar lo
que nadie puede ejercer: la justicia con las armas del mal. Yo no tengo
remordimientos; el pasado no me mortifica. Yo puedo actuar impunemente,
incluso, para perpetrar el bien. Haré justicia por mi mano, pero logrando el
objetivo de los buenos por medios indecibles, despreciables, eliminando solo a
los malos, a lo malo. Y para recoger toda la porquería moral que todos los
observadores y beneficiarios de mi misión tengan a bien echarme en cara una vez
completada mi tarea, desapareceré en el silencio, en la oscuridad, en el
anonimato sin vida, para dejar así que comience una nueva y gloriosa era para
el ser humano: una nueva oportunidad. Si no les gusta mi oferta, sin embargo,
sigan mintiéndose entre ustedes; sigan tratando de explicar, sin éxito, que la
calamidad en la que viven proviene de sus propias omisiones de bonachones; sigan construyendo túneles con cucharas...
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