Por un momento estuve a gusto. Por un instante estuve a mis anchas, cómodo, con esa gente alrededor, sin complejos, sin sentirme agobiado ni querer salir de ahí. Sentí que en aquellos minutos podía mirar a la cámara, cantar esa canción, contar un secreto. Fue como ser lanzado hacia arriba y, en el suspiro del clímax, inflarme a plenitud de lo que cuentan por ahí que se trata gozar la vida. Fue como un sueño, un bonito sueño en el que la inocencia y la falta de temor me inundaron de nuevo y me dejaron esta sensación de bienestar en mi frente, en mis labios, en mis manos. Y aunque ese sueño ya terminó, se me dio por creer que puede hacerse realidad, ser permanente. Ya vengo... Voy a soñar de nuevo.
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