Usted no es libre. Qué va. Si usted eligió estar cerca de su familia y amigos o tener nueva familia o compinches, olvídese de vociferar que usted es libre. Una vez que se encuentre rodeado de gente que lo quiera y a quienes usted quiera, déjeme decirle que usted ha perdido el segundo bien más importante: la libertad. Así que deje de pensar y sentir que usted puede hacer lo que le venga en ganas —así sea escondidito— porque ya desde hace rato está metido en esa maraña que, para bien o para mal, usted afecta o lo afecta a usted. Por otro lado, piénselo bien si está a punto de decidir meterse a salvador del mundo, de la patria o suyo propio, porque tendrá tanto rabo de paja que apenas se lance por ese tobogán de realización y alegría, comenzará a sentir inmediatamente que lo prensan por aquí o por allá, que puede dañar a alguien o que alguien lo puede dañar a usted; que debe salvar a alguien o que alguien debe salvarlo a usted. Estará impedido de sentir la brisa que bate su pelo en la tapa de una serie de TV sin sentir ese tremendo jalón, esa especie de chantaje; ese, que le provee impunemente su bien más importante, el primero: el amor.
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