Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"

jueves, 4 de abril de 2019

La vida es buena... a pesar de ti.

Si se cree que la vida tiene un propósito, la vida es buena. Pero claro, no con un “buena” rosadito, pendejo, de que me cumpla mis caprichos, de ser mejor que los demás, de tener poder más allá que sobre usted mismo. Más bien con un “buena” que implique “necesario”, “consciente”, “integral”. Por supuesto, vivir en una ciudad que aparte está en harta crisis coloca estos conceptos en un nivel ridículo de perspectiva y casi inevitable pensar que la vida es solo esto; pero si vivimos la vida sin tratar de entender de qué se trata realmente, resistiéndonos a lo que ya es como es, no dejaremos de sorprendernos con los inconvenientes que aparezcan o de encandilarnos emocionados con luces y espejitos; no dejaremos de quejarnos de los demás ni de presumir de la maravilla con mala suerte que somos. Hemos disminuido tanto el sentido de lo afectivo, de lo intuitivo, de lo amoroso, para someternos, a veces muy placenteramente, a los designios de la mente, ese espectacular obrero que se convirtió en jefe. Si por una pequeña pantalla nos mostraran de qué se trata la existencia antes de nacer y nos dejaran interiorizar que la vida tiene placer, dolor, crisis y equilibrio, tal vez caminaríamos por estas calles con menos expectativas fantasiosas, con menos escudos protectores, bien preparados para actuar ante una situación compleja sin juicios ni prejuicios, confiando en que todo fluye y se resuelve de una manera u otra, sin drama, sin gritería, solo con unos buenos ojos y pecho abiertos. Pero no, no lo hacemos; tampoco quienes detentan el poder de las pantallas y las páginas ayudan en eso de hacer que caminemos hacia la conciencia, hacia lo que fluye naturalmente hacia su resolución. Por el contrario, toda la vida parece ser un comercial de pólizas de vida, en la que debe hacerse un gran esfuerzo para asegurar que las cosas salgan como queremos, acumulando dinero, objetos, amigos, elogios, miedos, para luego sí, ser felices. Somos androides sicópatas muy bien hipnotizados durante años, que sin mediar palabra, cerramos los oídos y seguimos defendiendo sin pausa y a ultranza a nuestro malvado amo invisible. La vida parece llamada a ser una caricatura de la mente sobre qué tan emocionado puedo estar y no qué tan integrado estoy al momento presente como lo único que existe, en lugar de pelear con lo que pasó o con lo que pasará y, aunque parezca el mismo taquititaqui de siempre, la vaina parece ser verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario