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sábado, 13 de abril de 2019

El pitazo de la vida

A veces la vida pareciera dar un pitazo para vivirla con cierto ritmo apurado. No llega a ser un ultimátum, pero sí una alerta para moverte según se presente el caso. Parece que a veces debes aprovechar la oportunidad de hablar con quienes no has hablado en algún tiempo, de visitar, de telefonear, incluso de solo escribir. Aunque no reviste gran urgencia, sí parece ser un estímulo para echar el cuento breve y ponerte al día con quienes han escrito algún capítulo en tu vida, por breve que haya sido. Pareciera un espacio permitido, un tiempo adecuado para reconectar con esas energías que se dieron en distintos momentos, para concentrarlas en una ocasión especial de reacomodo, de reencuentro y tal vez de redención. Sin embargo, los oídos sordos están a la orden del día y nadie se enteró del pitazo. De ese modo, entretenidos, distraídos, miedosos, orgullosos, seguimos desconectados de lo que todavía conserva una energía vital de sentir. Nos seguimos haciendo los locos y perdiendo mucho más que tiempo. Seguimos dormidos en un sueño que se asemeja a una pesadilla de baja intensidad, la cual preferimos a despertar de una vez. Seguimos jugando con juguetes vacíos que terminan por vaciarnos. Seguimos caminando, determinada y firmemente sin ninguna dirección, sin ningún sentido legible por el más letrado. Mantenemos el frenesí del ciego que corre… hacia ningún lado.

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