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domingo, 7 de abril de 2019
“Duele, pero vale la pena”
“Duele,
pero vale la pena”, dicen sin parar, y más cuando tienen una platica ahorrada. Duele
esto, duele aquello, duele todo lo demás, pero es que vale la pena, chico. “Vale
la pena”… es una pena eso que duele. El sacrificio parece la manera efectiva,
la que no pela, la que no deja de doler. Que duela, que sea una pena, que nos
quite momentos reales y preciosos del presente para dizque asegurarnos un mejor
futuro tiene pinta de ser la mejor receta para el éxito. Debe doler… DOLER. Si no
duele, no vale la pena. Si no huele, no sentiremos que el sufrimiento nos
purificó y nos dejó cicatrices que no se irán nunca y que podremos mostrar con
todo ese orgullote. “Lo que fácil llegó, fácil se irá”, repite el mismo grupo
de sabios del martirio, dejándole claro a los que con un poco más de talento
les sale más fácil y placentero el logro, que por supuesto son algún tipo de
herejes del merecimiento. Ya habré visto a algunos de estos seres adoloridos
por el sacrificio de toda la vida defender su posición… hasta que duela otra
vez.
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