No
te vayas, por favor. No me dejes. No tengo ese tremendo valor como dices, ni me
merezco tanto como mencionas al acercarte a la puerta. ¡No! ni repitas eso de
que puedo estar desperdiciando mi vida contigo; si fuese así, quisiera
desperdiciarla contigo hasta que me muera. Todo se puede arreglar, vale; yo me
ajusto así y asao, como a ti te dé la gana. No tienes idea de lo equivocada que
estás cuando dices que encontraré a alguien que me quiera mejor que tú, cuando
ambos sabemos que esa persona no ha nacido todavía. ¡Epa! ¿No quieres un
cafecito para seguir hablando? Siéntate… ¿”No”? Haz lo que te dé la gana
entonces. Ya verás que te haré la vida de cuadritos, ¡porque ni creas que eres
lo mejor que existe! Ni que no tuviese yo autoestima, psss…
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