No
soy elocuente. No hoy. A pesar de sentirme flotando en la salsa de mi
inspiración, en el súmmum de mi academia, no despierto tu interés. A pesar de utilizar
las palabras bien buscadas para afectarte, para convencerte, ni siquiera
volteas a mirarme. Me siento mudo. Me siento casi estúpido tratando hacer
refinadas morisquetas para que me mires, al menos, por encima de tus lentes. Las
ideas traspasan de lado a lado mi cerebro. Siento que me enriquezco con cada
línea que leo, con cada esquema que reviso, con cada reflexión que genero. A mí
no me vas a venir a ningunear, mi estimado. Por mi parte, te puedes ir pa’l
carajo… Eso sí te interesa, ¿verdad? ¿Tampoco?
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