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viernes, 19 de octubre de 2012

Me recuerdas a dos


Te me pareces a dos mujeres del pasado. Puede ser hasta normal que haya similitudes con una, con alguna. Esta vez lo normal se va de vacaciones y te me aproximas haciendo saltar dos recuerdos en tropel, a la vez. Caminar como la una, moviendo las caderas de ese modo, mientras vas abriendo los brazos, las manos y los dedos, con prestidigitación como lo hacía la otra. Me susurras al oído retazos de sinvergüenzura, justo como lo hacía la una, y luego me das pinceladas con tu lengua, asombrosamente, desde la frente hasta los hombros... como lo hacía la otra. Entre gemidos casi inaudibles, en ese código que sólo sabía la una, pones mi mente a volar, mi cuerpo a despertar de golpe; entre abrazos que emulan la constricción de una fina serpiente, me dejas en el paroxismo inmóvil, tal como lo hacía aquella. Tus ojos, abiertos con agudeza durante tu cabalgar, como cuando la una quería sacarme algún secreto, alternando mágicamente con tus párpados fuertemente cerrados, como tratando de no escuchar algo inoportuno que pudiera escapar de mis labios, de mis ojos, como bien lo ejercía la otra. Explosiones e implosiones al momento del éxtasis; palabras claras e incisivas, en complicidad con gestos de derrumbe físico completan la mezcolanza de esas dos bendiciones del pasado, con su expresión adherida a tu actuar, en la interpretación moderna del amasijo confuso de tu individualidad.

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